martes, 25 de octubre de 2022

 Más o menos así

Si, más o menos así va la vida.

Lo fui a buscar al colegio como todas las tardes. Sólo que esta tarde en particular, no era como las demás, era muy particular.

Su rostro estaba colorado y sudoroso. Se avecinaban los días de calor y me pareció que el suéter estaba demás y que, hasta el guarda polvos, era como mucho.

La maestra de jornada extendida me estaba esperando en la puerta del colegio. Ella había logrado hacer click con él de manera espontánea, única. Podían comunicarse con una naturalidad envidiable. Bueno, a mi me daba un poco de envidia porque sabía cosas que yo no sabía sobre mi hijo. 

Cuando miré su rostro a lo lejos, percibí que no había sido un buen día.  Ella aprovechó para explicarme que él estaba muy preocupado y yo sabía exactamente el motivo de su preocupación.

¡Qué horrible tanta preocupación a los 12 años!

Aún no teníamos respuesta, ni positiva ni negativa.

"Es ahí donde quiero estudiar mi bachillerato, mamá"

Pareciera que de eso se trata la vida, de una eterna espera. Cuando crees que ya tienes todas las respuestas, ahí te viene otra pregunta con su respectiva espera...así va más o menos la vida.

Caminamos muy juntos bajo el sol inclemente de la mitad de la tarde y hablamos de cualquier cosa. Ya no había hojas secas para pisar porque todas se las había llevado la primavera. La plaza de siempre estaba repleta de gente recalentando el cuerpo finalmente liberado de tanto abrigo. El sol hacía de las suyas.

La mirada lagrimosa poco a poco se fue disipando y dio paso a unos ojos mas claros, a una media sonrisa que se escapaba a mitad del cuento sobre la milanesa del almuerzo y la ensalada de lechugas y tomates sin sal. Los músculos parecían relajarse lentamente mientras caminábamos nuestros pasos que ya parecían estar dibujados en la vereda. Hasta el semáforo era nuestro amigo y se ponía en verde justo cuando llegábamos al borde de la calzada, justo antes de cruzar.

Para cuando entramos al edificio todo estaba más tranquilo y su cara estaba rosada. La sonrisa volvió a su lugar y sólo hubo un requerimiento: "Traje un sanduche, me lo puedes tostar?" 

-Le puedo poner hasta ketchup si lo prefieres.

Así va la vida, a veces con ketchup podemos arreglar un corazón ansioso, a veces necesitamos más que eso. Se trata simplemente de escuchar aquello que las palabras no dicen y dejar que el silencio nos aturda con su presencia. De pronto no tendremos todas las respuestas en la mano para calmar la ansiedad, pero estoy segura de que podemos llenar un espacio con simplemente estar ahí sin decir nada.

La tarde se hizo realmente calurosa y reggae también se hizo presente.


 



No hay comentarios:

Publicar un comentario

  Un cuento para Catalina La luna enojada La Luna estaba realmente enojada esa mañana. Ya había descubierto quién le estaba contando al Sol ...