sábado, 3 de junio de 2023


Neurodiversidad y escuela: una utopía


No dejo de preguntarme por qué resulta más fácil y hasta divertido, hablar en el aula de clases sobre diversidad sexual (un tema a mi juicio, bastante mal abordado), que de la Neurodiversidad, que pareciera seguir siendo un tabú que la sociedad menciona pero que no profundiza.

Si bien la intención de llevar adelante programas de educación sexual en las aulas escolares es crear sensibilidad y sentido de responsabilidad sobre nuestro cuerpo, me pregunto: ¿acaso las diferencias neurológicas y su implicación en la conducta humana no son importantes de abordar? ¿acaso el cerebro no forma parte de nuestro cuerpo también?

Considero necesario replantear qué diversidades son las que nos interesan, no por simple marketing, sino como verdadero motivo de enseñanza porque si de algo estoy segura es que el mundo cambió y junto con él, debemos replantearnos cómo y para qué estamos educando. Y digo "estamos" porque la educación y la formación son responsabilidad no solo de las escuelas, sino también de los hogares, porque el hogar es el primer y mas importante eslabón en esta cadena que se denomina Educación.

Si algo interesante tiene esta nueva era que vivimos es que ha puesto sobre la mesa la palabra Diversidad, que no se limita a un solo rasgo de la personalidad del ser humano. Los nuevos tiempos han permitido visibilizar aspectos de la cotidianidad que hasta no hace mucho se guardaban en el baúl familiar porque de pronto y por principios y mojigaterias culturales, era mejor esconder antes que exponer públicamente poniendo en riesgo la reputación familiar. Todo lo que iba en contra de lo que se consideraba "natural", era inadmisible.

Hoy en día vemos la vida diferente, aliñada con ese condimento mágico que llamamos Diversidad. Sin embargo, creo que con todo y el esfuerzo de sentirnos una sociedad vanguardista, utilizamos la famosa Diversidad según los intereses de moda o lo que dicta lo "políticamente correcto" y solapamos con "modernidad" situaciones que no somos capaces de encarar con verdadera inteligencia.

La Neurodiversidad es una de esas cosas a las que le pasamos por un lado utilizando determinadas frases pre-construidas con la intención de sentirnos muy conocedores de un asunto que, en definitiva, ni manejamos ni somos capaces de querer manejar a profundidad. Por ende, somos profundamente incapaces e incompetentes para educar en función de esta realidad que acompaña a más de una familia que, quizás hundidos en un mar de desatención intenta proteger a los suyos a como de lugar, en medio de una sociedad supuestamente "inclusiva", pero que se niega a hablar del "asunto".

La neurodiversidad es tan palpable como cualquier otra diversidad, existe y está dentro de las aulas escolares, silenciosa, esperando a ser atendida como tantas otras diversidades. Hay información infinita sobre el tema, hay especialistas en las distintas áreas que serían de gran utilidad en las aulas escolares. Urge la necesidad de educar en este sentido y no quedarnos en la romántica expresión de "todos somos diferentes y nos aceptamos". 

En el pasado se hablaba de valores que componían la sociedad, que eran la base de la sociedad. Bueno, entendamos entonces que la diversidad en todas sus manifestaciones es un nuevo valor que forma parte de la evolución de las sociedades modernas. Ya no somos los mismos, por eso estamos obligados a ser diferentes y debemos educar de manera diferente.

No se trata de cambiar una letra, es cambiar mentes y educar con propósito. Sensibilizar pero de verdad, porque los niños van a crecer y se van a convertir en adultos y debemos preguntarnos: ¿qué clase de adulto queremos que sea nuestro hijo? Siempre decimos que queremos hijos felices, pero, ¿estamos formando hijos realmente felices?

Estas y muchas otras interrogantes me acompañan cada vez que pienso en mi hijo más pequeño y lo que imagino será su vida de adulto. Porque también pareciera que los chicos con alguna condición neurológica van a ser niños de por vida y, muy a mi pesar, no será así. Sebastián va a crecer como lo hicieron sus hermanos y va a ser un adulto con Asperger, porque el Asperger no es una enfermedad que se cura con pastillitas, es una condición neurológica que lo va a acompañar para siempre. Mi tarea es prepararlo para que sea un adulto funcional y, por sobre todas las cosas, un adulto feliz. Una tarea altamente difícil de llevar a cabo en medio de una sociedad cada vez más agresiva y violenta. 

No obstante, mi carácter terco y optimista me permite seguir adelante en mi propósito de educar,  informar y transformar cada mal episodio en una lección de vida, jamás trágica, siempre llena de aprendizaje.

Este camino nunca ha sido sencillo pero si muy mágico y, con todo pronóstico en contra, hemos encontrado la forma de seguir adelante y salir airosos. Confío en que llegará el día que la Neurodiversidad sea un tema que forme parte del calendario académico y que tanto maestros como alumnos puedan intercambiar conocimientos con el único objetivo de hacer de este mundo, un lugar cada vez mejor para la convivencia de todos los que lo habitamos.

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