jueves, 23 de marzo de 2023

 Hace días... y una pedida de matrimonio!

Hace días (muchos días diría yo), que no escribo. Estoy plenamente consciente de que tengo un serio problema con la disciplina y que he vivido justificando esta debilidad con un contundente "es que las cosas se deben hacer cuando se sientan en el alma". No siempre es así. La escritura es una actividad que debe ejercitarse a diario, así leí por ahí y también leí que el músculo que no se ejercita, pues se entumece. Tal vez lo que sucede es que de tanto en tanto, mi cerebro entra en una especie de pausa y se convierte en un músculo que sólo quiere entumecerse.

Pero esta tarde de otoño mi cerebro despertó con ganas de soltar algunas ideas por aquí y por allá. Y mientras escribo esto, una parte de mi cabeza esta pensando en otras cosas para escribir y me distraigo. De paso, yo que no sé vivir sin música, tengo de fondo Jon Bon Jovi para entrar en una perfecta sintonía entre lo que pienso y lo que siento. Entonces canto y escribo, escribo y canto.

Decido concentrarme y esto es lo que hay. 

Hoy recibí una misiva un poco extraña por una de mis redes sociales. Se trata de un mensaje un poco fuera de lugar y a un destiempo descomunal. Eso de que nunca es tarde para manifestarse, no es tan así. Hay cosas en la vida que deben hacerse a tiempo, de lo contrario, es mejor dejar que sea ese mismo tiempo el que se ocupe de colocar cada cosa en su lugar y, en el peor de los casos, con el transcurrir de ese mismo tiempo, de pronto y hasta se llegan a olvidar las razones de por qué una gente deja de hablarse.

Tiempo y espacio.

Hace cinco años que vivo en Buenos Aires, Argentina. Han sido los cinco mejores años de mi vida fuera de la parte en la que he sido mamá tres veces y que, por supuesto, representan la mejor parte de mi vida; fuera de haber conocido al amor de mi vida con quien celebro este año, veinte años de una juntada infinita. Bueno, después de todo eso, estos últimos cinco años han sido apoteósicos, magistrales, monumentales, mágicos, suculentos, profundos, fabulosos...me quedo corta tratando de describir las grandes transformaciones que me han marcado profundamente desde que vivo en esta ciudad. 

Una de esas transformaciones tuvo que ver totalmente con desarrollar plena conciencia sobre el tiempo y el espacio hasta entender, por muy doloroso que fuera el camino, que cada quien tiene su tiempo en el espacio de tu vida y que ese tiempo por lo general, es mas finito de lo que uno piensa. 

Seguro estamos cansados de escuchar infinitas veces que "uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde" como si fuera una sentencia de muerte. ¡Pues que tal que descubrí que esa sentencia puede representar la vida entera! Esa vida que siempre estuvo frente a tus ojos pero que te negaste a vivir porque estuviste condicionado a lo que los demás decidieran qué era lo correcto y qué no. Entonces abrí los ojos y me di cuenta de que no perdí nada y que, al contrario, lo gané todo.

Y fue ahí, justo en el proceso de confrontar todo lo que hasta ahora había sido valioso para mi, que en medio de soledades infinitas, descubrí que sólo yo podía decidir de qué forma quería construir mi vida como una mujer que es madre, esposa, amiga, hija, hermana. Mi vida dio una vuelta completa y no, no quedé en el mismo lugar. Todo cambió de lugar porque la sacudida fue descomunal, lo sentí hasta los huesos. Todo dentro de mi se revolvió y estuvo revuelto hasta que cada pedazo fue cayendo en su lugar.

El proceso llevó su tiempo y al fin logre conquistar mis propios espacios y lo hice sola, teniendo a mi esposo y a mis hijos como mi gran motivación porque ellos merecen una mejor versión de mi. Yo merecía una nueva y repotenciada versión de mi. Y me gustó, vaya que me gusta lo que soy!

Conclusión

Estoy segura de que en los últimos tiempos también hemos escuchado hablar incansablemente acerca de la paz interior y que no hay nada en el mundo que valga más que eso y, una vez que uno la alcanza, no hay que dejar que nada nos la arrebate. Todo eso es verdad. Alcanzar niveles de paz interior insospechados, es un verdadero privilegio. 

En conclusión, sigo pensando que lo que tengo ahora es mucho más valioso que recibir mensajes fuera de tiempo que ya perdieron valor. Que un "responde" se puede quedar perfectamente sin respuestas porque ya no hay nada más que decir. Que las cosas importantes se tiene que decir al minuto siguiente, porque pa´ después, ya puede ser muy tarde. Que los canales de comunicación siempre deben ser de doble vía porque cuando sólo son de una vía, quien emite el mensaje termina por cansarse y ya no quiere transmitir más nada.

En definitiva, hoy fue un buen día para escribir sobre el tiempo y el espacio y sacar algunas conclusiones y también para que mi ya esposo me pida que nos casemos de nuevo...

Por supuesto que le respondí que sí porque yo con ese hombre me caso en esta vida y en todas las demás vidas en las que nos volvamos a buscar...

te amo amor...






  Un cuento para Catalina La luna enojada La Luna estaba realmente enojada esa mañana. Ya había descubierto quién le estaba contando al Sol ...